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04/02/2021

La pandemia COVID-19 no está aflojando su agarre. Muchos países están experimentando un segundo o incluso tercer pico en las tasas de infección. Algunas escuelas están de nuevo obligadas a recurrir a la educación solo a tiempo parcial o completamente en casa. Más de 1 500 millones de estudiantes de todo el mundo se han afectado por los cierres de escuelas y universidades.

El aprendizaje puede tener lugar en muchos entornos, pero el aula sigue siendo su principal fuerza motriz. Los actuales cierres de escuelas tienen un efecto innegable en el proceso de aprendizaje de niñas, niños y jóvenes. Y no estamos hablando solo del impacto en su desarrollo cognitivo; no se puede ignorar el grado de afectación del desarrollo socioemocional de la población más joven. Las escuelas son a menudo un refugio seguro para estudiantes que crecen en condiciones de vulnerabilidad.

Mantener las escuelas abiertas por completo sería irresponsable en estas condiciones inseguras. La mayoría de los sistemas de salud no pueden soportar el peso de las consecuencias, a menudo devastadoras. Al mismo tiempo, no hacer absolutamente nada puede resultar catastrófico para la educación. No podemos olvidarnos de los estudiantes y las estudiantes. Este dilema requiere soluciones flexibles.

En las últimas décadas, la digitalización se ha establecido como el camino a seguir hacia la educación. Se han establecido muchas iniciativas con ese espíritu, y la digitalización ha demostrado su relevancia en la crisis actual. Pero paralelamente a este resultado positivo, también han surgido algunos desafíos: hay estudiantes con acceso limitado o sin acceso a estas soluciones digitales. La brecha entre quienes tienen una mayor solvencia financiera y entre quienes viven en la precariedad se ha ampliado.

Queremos que las soluciones, digitales o de otro tipo, a esta crisis no dejen a nadie atrás. Esto requiere soluciones personalizadas que se ajusten a contextos específicos. VVOB cree que los equipos docentes y directivos son los socios ideales para hacer que las iniciativas educativas funcionen para cada estudiante.

Estos equipos entienden mejor a sus estudiantes y su situación y necesidades específicas. Cada quien tiene un recuerdo cariñoso de una profesora o profesor que les inspiró a crecer. Y estos últimos meses, han demostrado una vez más lo cruciales que son para el aprendizaje. Especialmente en los momentos más difíciles.

Pero no podemos esperar que docentes y líderes escolares carguen en soledad las peores perturbaciones educativas actuales. En nuestra búsqueda de mitigar esta y futuras crisis de la mejor manera posible, necesitamos invertir en el desarrollo profesional y apoyo a docentes y líderes escolares. Comenzando en la educación inicial del profesorado y avanzando hacia una formación profesional continua, pedimos integrar debates y módulos para garantizar el desarrollo cognitivo y socioemocional de los estudiantes y las estudiantes a lo largo de las crisis.

No perdamos tiempo y prioricemos el apoyo y el desarrollo profesional para docentes y directivos. Adoptando un enfoque seguro y basado en las necesidades, podemos trabajar conjuntamente en modalidades combinadas.

Para que el desarrollo profesional continuo sea una prioridad, se necesitan más inversiones. VVOB hace un llamamiento a los gobiernos y a las organizaciones donantes para que nos ayuden a desbloquear el enorme potencial de docentes y directivos para garantizar el aprendizaje continuo para cada estudiante durante y después de esta crisis, sin perder de vista a quienes son más vulnerables.