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23/06/2016

A finales del año pasado, Ángel Japón y Marcelo Quishpe hicieron una visita de intercambio a Bélgica. Ambos profesores tienen experiencia en pedagogía intercultural y cada uno desde su ámbito de trabajo ―pedagogía e historia, respectivamente― siguen la evolución del tema de diversidad en el Ecuador. Durante su visita a Bélgica, VVOB los puso en contacto con Piet Van Avermaet, Director del Centro de Diversidad y Educación. En la siguiente entrevista, comparten sus experiencias enriquecedoras.

 

¿Cuáles fueron las similitudes con Ecuador que más llamaron su atención?

 

MQ: En las últimas décadas, la sensibilidad y la atención a la diversidad cultural han tomado fuerza. En el caso de Ecuador, las luchas sociales de los movimientos indígena y afrodescendiente han sido importantes y han aportado a la comprensión de la diversidad cultural. Desde entonces, ha crecido la comprensión de que ciertas formas de exclusión social, como el racismo y el acceso limitado a la educación, fueron mecanismos para continuar con la dominancia del sistema colonial. Ya hay avances, pero todavía hay una agenda de trabajo pendiente.

 

En el caso de Bélgica, en la conformación histórica en el reconocimiento de su diversidad, si bien se han logrado espacios de gobernanza y ciudadanía, no se han superado la desconfianza y las ideas relacionadas con identidades regionales fuertes en tensión con una identidad nacional. A esta situación se ha sumado la llegada de nuevos grupos socioculturales que reconfiguraron sus identidades. Este país se encuentra construyendo una sociedad pluricultural que complejiza las tenciones identitarias internas.

 

Estos fenómenos no son particulares de los dos países, sino una tendencia global que la sociedad y sus gobiernos deben atender. La diversidad cultural no es un peligro, sino una posibilidad para construir “un mundo donde quepan todos los mundos”, como dicen los zapatistas. Es decir, se tiene que avanzar hacia la interculturalidad porque busca el “diálogo entre culturas”(1), se propone un polílogo ―un diálogo desde las localidades contextuales― donde desaparece toda forma de dominio.

 

ÁJ: La educación constituye uno de los espacios privilegiados para trabajar, entendido como un espacio que no solo aporta habilidades y destrezas cognitivas, sino también otras que aportan para la vida en sociedad, para relacionarnos con aquellas personas que hasta ahora hemos definido como diferentes, raros, exóticos, peligrosos.

 

Para conseguir esto, es necesario una transformación del sistema educativo porque “las culturas son fuentes de interpretación y de sentido de lo real; por ello confrontan a la filosofía ―al pensamiento― con la necesidad de tomarlas en serio también a este nivel de ser portadoras de palabras que tienen el derecho de configurar también el discurso” (Fornet-Betancourt, 2001: 181).

 

Por eso, tanto en Ecuador como en Bélgica, la diversidad es una oportunidad para tejer nuevas relaciones de sentido y pienso que la educación es el camino.

 

PVA: Me llamó mucho la atención que las desigualdades sociales están tan arraigadas tanto en la sociedad ecuatoriana como en la belga. Sentimos la necesidad de los futuros docentes de fortalecerse para poder manejar, de manera constructiva, la diversidad y la interculturalidad. Además, la forma en que a la interculturalidad y la diversidad están siendo estudiadas necesita una interpretación más matizada y estratificada.

 

¿Cuáles fueron las mayores diferencias con su contexto?

 

ÁJ: En primer lugar, en Bélgica existe un sistema de educación institucionalizado, con políticas públicas de mediano y largo plazo que dan oportunidades y libertad para que los actores educativos puedan adecuarse, innovar y responder a las particularidades de su localidad.

 

En este sentido, la definición de metas o resultados educativos para cada nivel de educación camina de la mano con la libertad para que las instituciones educativas puedan construir los mejores mecanismos para cumplir los objetivos. Es decir, en Bélgica las instituciones educativas pueden definir el micro-currículo y adecuarlo a sus necesidades, al contexto. En otras palabras, pedagógicamente hablando es un currículo situado.

 

En Ecuador, la institucionalización de un nuevos sistema de educación desde el Estado Central ha significado la homogenización del proceso educativo no solo en su gestión administrativa sino de manera especial en la construcción pedagógica y curricular, olvidando la diversidad cultural del país, más allá de la polaridad entre mestizos, indígenas y afrodescendientes; de la diversidad que cada uno de estos grandes grupos tienen, pues, es muy distinto nacer y/o crecer en Cuenca, Guayaquil o Tena; no son lo mismo los Cañaris de Ingapirca que los de Suscal, y estos son distintos a los Shuar, en la Amazonía, o los Chonos, en el Litoral.

 

En Ecuador los docentes no tienen la libertad de adaptar si enseñanza al contexto local. Deben seguir el manual que se les asignan. Se han borrado las diferencias (es decir las identidades). Podemos decir que de esta manera también el pensamiento en la escuela está definida de manera ideológica.

 

PVA: En Ecuador el factor ‘minorías indígenas’ es importante. La diversidad y la inequidad social son el resultado de una historia en que los pueblos originarios han sido dominados por un colonizador. En Flandes la diversidad es el resultado de varias olas migratorias sucesivas. Pero aunque se trata de una perspectiva histórica diferentes, el mecanismo subyacente de la exclusión social es notablemente similar entre el Ecuador y Flandes/Bélgica.

 

¿Qué reflexiones han surgido sobre la situación en Ecuador tras esta experiencia?

 

MQ: En los últimos años, el Ecuador ha conocido una reforma del sistema de educación. Se presta mucha atención a la formación de docentes, al ingreso de buenos docentes y su evaluación. Esto ayudará a mejorar el sistema educativo. Pero el gobierno tiene actualmente las riendas de la reforma fuerte en las manos. Ahora no está permitido que los docentes de las universidades, padres/madres y la comunidad participen activamente en los colegios. Esperamos que esto sea sólo una etapa de transición.

 

Pensamos que en Ecuador es posible y necesario la implementación de programas de educación intercultural. O por le menos que se pueda replicar algunas de las experiencias que conocimos en Bélgica. Al decretar el Estado ecuatoriano que todo el sistema es intercultural esto está re-configurando al sistema educativo ecuatoriano. Esperemos avanzar hacia un aprendizaje intercultural “es el aprendizaje por medio del acceso a los conocimientos según los caminos, mediaciones, vehículos, destrezas y estados concordantes y/o contradictorios de las culturas” (Cáceres, 2009:164) porque se aprende po r medio del diálogo de las culturas, en este diálogo se tejen, urden nuevos conocimientos “es la realización del saber que se dona para que la vida continúe pero cada vez con mayor dignidad. Es la activación del interaprendizaje por la evidencia del ser del otro. Se trata de un aprender entre nosotros” (Cáceres, 2009:164). El hecho educativo intercultural provoca la valoración, apropiación de las diversidades.

 

¿Cómo incidirá este intercambio en el trabajo futuro que realizarás en el tema? ¿Tienes planes concretos?

 

ÁJ: Este intercambio ha contribuido para reflexionar sobre la práctica docente propia y la gestión en los programas e maestría que se planifican y que apoyo. Los temas de investigación dejan ideas, por ahora a tomar notas y recopilar información. Ojalá en el futuro se pueda concretar el convenio específico con el Centro de Diversidad de la Universidad de Gante. Esto permitiría la articulación de programas de investigación en maestrías y doctorados.

 

PVA: Hemos conversado sobre las posibilidades para organizar un intercambio entre estudiantes de maestría y de doctorados. Se planea dar conferencias en ambas universidades. Pero también veo una oportunidad desarrollar conjuntamente investigación comparativa sobre la diversidad, pobreza e igualdad de oportunidades educativas y en el tema de multilingüismo en la educación.

 

¿Este tipo de intercambio internacional tiene un valor añadido? ¿Cuál es, en su experiencia?

 

MQ: El mundo es más pequeño de lo que se piensa, somos seres humanos que compartimos los mismos problemas, desafíos y anhelos, en este caso la diversidad cultural y la educación. El mundo se vuelve grande, inalcanzable, por concentrarnos o acomodarnos a nuestra parcela del mundo. ‘Ver’ mundo, ya sea a través de la lectura, la imagen, la música o las inquietudes académicas es importante, pero no hay nada comparable con sentirlo, olerlo, palparlo, degustarlo en vivo.  El viaje auspiciado por VVOB me ha permitido sentir Bélgica y extrañar Ecuador. Han sido unos días intensos de diversas maneras que me han permitido desaprender para aprender.

Por otro lado, reconocer nuestra limitación lingüística, comprometernos a conseguir los medios necesarios para superarla y evitar esa limitación en nuestros hijos. Por otro lado, el conocer las diferentes instituciones nos ayudó y motivan a re-pensar los procesos de aprendizaje y los modelos pedagógicos que se están aplicando en Bélgica. Gracias por esta experiencia inolvidable.

 

PVA: Estoy totalmente de acuerdo. Este tipo de intercambios interculturales e internacionales nos dan una reflexión crítica sobre el propio trabajo. He podido experimentar como podemos aprender del sur, en este caso de Ecuador. Hemos descubierto las visiones de otro en el tema de diversidad y hemos visto que a pesar de diferencias históricas y contextuales, tienen mucho en común.

 

 

(1) La interculturalidad es “un permanente diálogo de saberes entre diversas racionalidades y culturas…” Universidad Intercultural Amawtay Wasi. Aprender en la Sabiduría y el Buen Vivir, Quito, 2004, p. 143.